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Enlace, crónica de una rendición de cuentas

Por: Elena Rodríguez

Quito (Pichincha).- No era una mañana común en Calderón. Esta parroquia ubicada al norte de Quito fue elegida para ser la sede de la acostumbrada rendición de cuentas que todos los sábados efectúa el Primer Mandatario.

Desde muy temprano, los habitantes de la ciudad satélite, como se le denomina a esta zona, por su elevada densidad poblacional, acudieron a una de las explanadas situadas en pleno centro. Todos buscaban «arreglar la casa» para recibir a un especial invitado.

María Perugachi, de 65 años, sin pensarlo dos veces tomó una escoba y empezó a quitar la basura del sitio en donde iba a ser colocada la tarima, desde la que el Presidente de la República contaría a la comunidad las actividades desarrolladas durante la semana. «Toditos nos hemos unido para preparar este espacio para recibir a nuestro Correa, no ve que es la primera vez que nos visita un Presidente y este ha sido el único que se ha acordado de los pobres», decía sin dejar de barrer.

Espacio de manifestación cultural. Una decena de hombres armaba la estructura de la plataforma presidencial mientras otros tantos, los miraban de lejos afinando sus instrumentos musicales. “Este no es solo un espacio para el Presidente, sino también para la comunidad, aquí aprovechamos para exponer nuestras manifestaciones culturales”, sostenía uno de los artistas, que más tarde incluyó en su repertorio la canción Cinco Siglos, del cantautor argentino León Gieco.

Poco a poco, el terreno baldío iba tomando otra forma. Las carpas de algunos Ministerios también se levantaban para informar los servicios que cada una de las instituciones públicas brinda a los usuarios.

«Yo vine a ver al Presidente, a escuchar lo que tiene que decirnos, pero de pasito ya me enteré cómo ha sido el trámite para mandar encomiendas”, sostenía Mario Pérez, tras recibir la explicación que le dieron dos servidores públicos encargados del stand de Correos del Ecuador.

Unas seiscientas sillas fueron ubicadas debajo de la carpa principal frente a la tarima. Personas ajenas a la logística también se unieron a la tarea de ordenarlas. “Es un derecho del pueblo ecuatoriano estar informado, esto no es proselitismo. Quienes dicen que aquí se hace campaña es porque ellos no han estado acostumbrados a rendir cuentas a nadie, solo a los banqueros”, aseguraba Luis Pasos, morador de la zona, mientras tomaba una de las sillas apiladas y la colocaba en su lugar.

Redición de cuentas El reloj marcaba las 9h30. En una de las calles aledañas, una banda de pueblo alegraba el ambiente y daba la bienvenida a quienes continuaban llegando. «Vea señorita, si yo no veo el Enlace los sábados, no tengo idea de lo que pasa en nuestro país. Los medios solo mienten y me matan de las iras porque hablan mal y sin fundamentos de mi Presidente, así que cómo no iba a aprovechar para verle en vivo y en directo, ahora que ha venido a mi barrio», sostenía José Luis Collahuazo, quien apresurado buscaba ubicar uno de los escasos puestos libres que a esa hora quedaban.

Con cierto escepticismo se acercaba hasta el sitio Simón Palacios, un compatriota ecuatoriano que tuvo que migrar a New Yersey, por el feriado bancario decretado por el entonces presidente Jamil Mahuad. «Se escuchan muchas cosas de Correa afuera del país y ahora que he vuelto de visita no he dejado de maravillarme por lo que he visto. Las carreteras que ahora tenemos se parecen a las de Estados Unidos», decía, aunque lo que le parecía inverosímil era creer que iba a estar a pocos metros de un Jefe de Estado. «Eso jamás pasaría en Norteamérica», añadía.

A las diez en punto de la mañana arribó el Primer Mandatario. Simón pudo darle la mano y hasta se tomó una foto. «Ves, yo te dije, nuestro Presidente es como nosotros, es del pueblo», sostenía su hermana, mientras emocionada veía la foto en una pequeña cámara digital.

Unas mil personas agitaban las banderas, coreaban el himno a la Patria, los niños se paraban en las sillas para alcanzar a ver al Mandatario y otros ciudadanos gritaban viva Correa, mientras un coro respondía ¡viva!

De inmediato, el Presidente Rafael Correa se toma la tarima y tras entonar “Nuestro Juramento”, empieza a rendir cuentas a su nación de cada una de las actividades realizadas durante la semana. Como todos los sábados, el informe de labores es también transmitido por Ecuador TV, el canal público de los ecuatorianos.

Atentos, cada uno de los asistentes, escuchan las explicaciones del Primer Mandatario que, con vocación de catedrático, no deja incluso de dar clases de macroeconomía a un pueblo ávido de conocimiento.

Transcurren alrededor de tres horas, en las que con vídeos, presentaciones en power point y la participación de algunos ministros de Estado se exponen las obras y los proyectos de un Gobierno que desde que asumió el poder, es decir hace ya 5 años y medio, ha realizado casi 300 Enlaces Ciudadanos, sin fallarle un solo sábado a sus mandantes.

La exposición termina cuando el «mashi» José Maldonado, realiza la traducción al quichua de un resumen de las actividades del Primer Mandatario. “No se irán, acompáñenme hasta que termine de hablar el mashi, ya sé que es medio aburrido pero toca aguantar”, bromea el Jefe de Estado mientras su auditorio sonríe.

«Hasta la victoria siempre», grita Rafael Correa para despedirse de su gente, de ese pueblo que se tomó la mañana del sábado para atender a su Presidente. Las sillas comienzan a vaciarse y todos salen con una sonrisa en el rostro, con la satisfacción de ver cómo su Patria avanza.

A paso lento, Luis Terán, de 85 años y su esposa, tomados de la mano abandonan el recinto. «Ahora podemos morir en paz, tenemos un guerrero que ha devuelto la esperanza al pueblo. Haber elegido a este hombre de bien, es la mejor herencia que podemos dejar a nuestros nietos».