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Bono Joaquín Gallegos Lara beneficia a cerca de 23 mil cuidadores de personas con discapacidad severa

Un camino empinado lleno de piedras, tierra y césped conducen a la casa de Anita Flores. Por ese sendero diariamente ella sube y baja con su hijo de 8 años, con el 65 % de discapacidad. “Tal vez si el Municipio construyera unas gradas, no sería tan difícil subir todos los días con Renato para llevarle a las terapias”, cuenta esta mujer de 56 años, que junto a su madre Luz, cuidan del pequeño.

Las lágrimas de tristeza se mezclan con las de satisfacción cuando mira a su hijo comer, estar de pie y jugar. “Su desarrollo motriz no es como los niños de su edad, pero al menos puede caminar, eso es felicidad para mí, porque muchos médicos me dijeron que nunca lo podría hacer”, relata con una sonrisa.

Al nacer, Renato no presentó ningún problema hasta que, a los tres meses de edad, cuando estaba en la guardería, después de llorar por largo tiempo el niño perdió el conocimiento y los médicos le indicaron a su madre que había sufrido una hemorragia cerebral, desde ese momento todo cambió.

“Lo más duro fue dejar de trabajar, pero no había otro camino, el padre del niño nos abandonó y tuve que iniciar con las terapias, ir de un médico a otro, conocer lo que es la discapacidad, porque es un mundo nuevo, de mucho sacrificio pero que tiene su recompensa” cuenta Anita.

Anita es parte de las 22.753 familias que reciben el Bono Joaquín Gallegos Lara (BJGL), una transferencia monetaria condicionada de 240 dólares que se entrega al familiar cuidador de la persona que presenta una discapacidad severa, enfermedad catastrófica, o sea menor de 14 años y padezca VIH – SIDA.

En el país, desde el 2012 se instauró esta ayuda económica con la finalidad de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad y a su vez ayudar a la persona cuidadora para que lo puedan seguir atendiendo a tiempo completo, brindarles apoyo y capacitación continua para que puedan desarrollar emprendimientos dentro de su hogar.

“Porque nosotros también somos importantes”, enfatiza Elvia Guanoluiza, madre de Camila, una pequeña de 8 años. “Es un trabajo grande, pero la mejor recompensa es la sonrisa de mi hija. Con un abrazo y un beso me paga todo”, comenta, mientras mira tras la ventana todo el camino que tiene que recorrer para ir a las terapias y salir de su domicilio ubicado en el barrio La Comuna, en las faldas del Guagua Pichincha. “A veces en bus, otras en taxi, cuando la plata alcanza” añade.

Trabajadores sociales acompañan a cada una de las familias y les visitan periódicamente en sus hogares, con el fin de verificar el cumplimiento de su corresponsabilidad.

“Las Joaquinas”, como se denominó a este grupo de beneficiarios, reciben apoyo psicológico, capacitación y participan de talleres mensuales. “En estos espacios socializamos con otras personas, nos desahogamos y nos damos cuenta que existen situaciones aún más difíciles que las nuestras, esto nos fortalece. También compartimos conocimientos y aprendemos a desarrollar nuestras habilidades como hacer manualidades, con lo que nos apoyamos económicamente”, dice Elvia.

Este grupo tiene retos diarios, estar junto a sus familiares con discapacidad en una lucha constante contra la enfermedad que a veces da tregua, cuando hay progresos y mejorías, por ejemplo, en niños que reciben terapias.

Esta labor “del buen samaritano”, como dice Patricio Domínguez, un comerciante con el 45 % de discapacidad física, “es gratificante”. Él cuida a su padrino Teófilo, de 83 años, que ya no puede caminar producto de la artritis, a ellos no les une ningún lazo familiar, sino solo el agradecimiento.

Cuando éramos niños y mi padre nos botaba de la casa, con mis hermanos corríamos y buscábamos refugio en la casa de mi padrino, quién nos alimentaba con lo poco que tenía, relata Patricio. Ese acto solidario y generoso es el que recuerda todos los días y como recompensa, hace más de 15 años cuida a Teófilo. “He dejado muchas cosas por estar a su lado, pero eso me hace feliz”, dice mientras suelta una carcajada. “Es que la vida no es solo el dinero, la plata no le hace a uno”. (DCL)

Datos sobre el BJGL

• El Bono Joaquín Gallegos Lara se destina con mayor frecuencia al cuidado de la salud 47%, alimentación 20%, vestimenta 11%, útiles de aseo 10%, educación 6%; y servicios básicos 6%.
• Hasta diciembre de este año se tiene proyectado tener una cobertura de alrededor de 24.000 personas beneficiarias.